Construir una ciudad que ponga en práctica el propio pensamiento:
he aquí el sueño de numerosos pensadores y hombres de acción
portadores de una fuerte filosofía o de una rica espiritualidad.

Un sueño también de Chiara Lubich.
Con los años, se está convirtiendo en una realidad.

Modelos de una sociedad nueva

Actualmente son 35 las ciudadelas esparcidas en los cinco continentes, aun si con grados de desarrollo muy diversos. Se presentan como verdaderas pequeñas ciudades modernas, con casas, tiendas, salas para encuentros, centros de arte, talleres, pequeñas empresas que contribuyen al mantenimiento de los habitantes, con su iglesia, escuelas de vida y de espiritualidad.

Las ciudadelas, por el estilo de vida que promueven, pueden ofrecer una nueva luz también a la convivencia de las grandes ciudades. De hecho son bocetos de una sociedad nueva cuya ley es el amor recíproco, la ley del Evangelio, con la consecuente plena comunión de toda riqueza cultural, espiritual y material. Por esta vida que circula, su irradiación en el mundo ha sido y es constante: son decenas de miles los visitantes cada año.

Los polos empresariales

En algunas ciudadelas, como en Brasil, Argentina, Italia, Bélgica y Portugal, existe ya o está surgiendo un polo empresarial, que acoge y une a las empresas productivas que se inspiran en el proyecto de la Economía de Comunión.

Cada ciudadela tiene una característica propia

La internacionalidad es la característica típica de la primera ciudadela, surgida, en 1964, en Loppiano  en Incisa Valdarno (Florencia). Con sus más de 800 habitantes de 70 naciones, es un boceto del mundo unido, donde se pueden ver ya fundidas en uno las varias razas y varios pueblos del mundo.

Internacional es también la ciudadela que surge en Montet (Suiza), con el objetivo de formar hombres y mujeres a una vida comprometida al servicio al prójimo y de promover en ellos la apertura al diálogo.

El testimonio de unidad, entre católicos y evangélicos, en Ottmaring, Alemania y entre católicos y anglicanos en Welwyn Garden City, Gran Bretaña.

El diálogo interreligioso en Tagaytay (Manila), Filipinas.

La respuesta a los problemas sociales, en las tres ciudadelas de Brasil (San Pablo, Recife y Belem).

El protagonismo de los jóvenes en la construcción de la civilización del amor, en la ciudadela de O'Higgins, en la provincia de Buenos Aires, Argentina.

La unidad en una sociedad multiétnica en la de los Estados Unidos, en las cercanías de Nueva York, y en Krizevci, en Croacia.

La inculturación del Evangelio en las sociedades africanas, antes que nada en Fontem, en el corazón de la selva camerunense, donde el testimonio del amor concreto procedente de los focolarinos médicos llamados a hacerse cargo del pueblo Bangwa, afectado por muchas enfermedades y por una grave mortalidad infantil, ha hecho que este pueblo y distintos otros pueblos limítrofes se hayan encaminado por la vía de la fe y de la fraternidad. Esta inculturación es también visible en las otras dos ciudadelas que surgen en Kenya y en Costa de Marfil.

La característica ecológica y de la relación hombre-naturaleza domina en Bélgica, en la ciudadela situada en Rotselaar, a pocos kilómetros de Bruselas.

En Europa encontramos también ciudadelas: en Polonia, España, Francia, Suiza, Irlanda y Portugal.

En América Latina se están desarrollando: la ciudadela de México, de Venezuela, de Chile.

En Australia está en sus inicios el Centro para la unidad, en las cercanías de Melbourne.

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