"Jesús que muere en la cruz, por sus hermanos. 
He aquí el sacerdote: es Jesús Abandonado vivo”.

Chiara Lubich

La espiritualidad de la unidad y los sacerdotes

Muy pronto sacerdotes diocesanos, y con los años también diáconos y seminaristas, han formado parte de la vida del Movimiento de los Focolares, atraídos por la espiritualidad de la unidad, que advierten en profunda sintonía con la propia vocación, al haber surgido de la oración sacerdotal de Jesús: “Que sean uno para que el mundo crea” (Jn. 17).

Viviendo este espíritu, los sacerdotes redescubren la importancia de ser sobre todo cristianos auténticos. “Con ustedes soy cristiano, por ustedes –para servirlos- sacerdote” (cf. San Agustín) Y toman mayor conciencia de las palabras de Jesús: “De esto reconocerán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”: un testimonio que debe preceder toda actividad ministerial.

De este modo, miles de sacerdotes diocesanos, en los varios continentes responden hoy a la invitación del Papa Benedicto XVI de vivir “el principio petrino de la Iglesia, a la luz de otro principio, el mariano, que es todavía más originario y fundamental".

Poniendo como base de sus vidas la unidad, ellos ven en el ministerio sacerdotal un servicio a desempeñar a imagen de Jesús crucificado y abandonado.

El estilo de vida evangélico que ha surgido, ya en los años ’60, encuentra una significativa confirmación en las instancias que el decreto "Presbyterorum ordinis", del Concilio Vaticano II, ha propuesto a todos los sacerdotes y que el Magisterio post-conciliar ha subrayado constantemente.

La participación en el Movimiento no distrae a los sacerdotes y a los diáconos de la vida de sus diócesis, sino que los estimula a hacer crecer el espíritu de unidad entre todos, en especial en el presbiterio diocesano, de modo que se realice cada vez más la Iglesia-comunión reunida fraternalmente alrededor del obispo y abierta a un diálogo universal.

Vida de comunión entre sacerdotes

Animados por esta espiritualidad esencialmente comunitaria, los sacerdotes que a ella adhieren – cuando la situación lo permite y los obispos están de acuerdo- viven juntos, dando así testimonio de la presencia del Resucitado, prometida “a dos o más reunidos en Su nombre”, con evidentes frutos espirituales y apostólicos. Pero también cuando viven solos, tratan de realizar entre ellos una efectiva fraternidad.


Cuando se está unidos por el amor recíproco, se vuelve espontáneo poner en común los bienes materiales y los dones espirituales, (cf Presbyterorum Ordinis 8, 17); dar testimonio de la unidad y de la caridad pastoral (cf PO 8, 14); vivir con alegría los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia (cf PO 15-17); cuidar de sí como de los hermanos (cf PO 8, 17); hacer de la casa y de la parroquia espacios de armonía y de comunión con todos (cf PO 17); llevar adelante con seriedad la propia formación permanente para ser hombres de diálogo (cf PO 19); vivir como miembros de un solo cuerpo, mediante una intensa comunicación con los hermanos (cf PO 19) y con todo el pueblo de Dios.

La espiritualidad de la unidad tiene una influencia importante también en la actividad pastoral, porque se desarrolla confrontándose con los demás y "amando la parroquia del otro como la propia", al igual que las otras realidades de la Iglesia.  De este modo ha nacido una irradiación en el ámbito de las parroquias, que se expresa a través del “Movimiento parroquial”. Nacen entre los jóvenes nuevas vocaciones.

Difusión

Hoy día son alrededor de 20.000 los sacerdotes y diáconos que han acogido y viven en diversos modos esta espiritualidad, esparcidos al menos en 120 países de los cinco continentes, mientras que los seminaristas diocesanos son alrededor de 5.000.

Además de lo que ofrece la vida del Movimiento en su conjunto, para ellos se promueven encuentros a nivel local y congresos a más amplia escala, para compartir ideales y experiencias.

Formación a la espiritualidad de la unidad

Para poder hacer práctica en la vida de comunión, surgió el Centro internacional de espiritualidad para sacerdotes, seminaristas y diáconos permanentes, que tiene su sede en Loppiano, cerca de Florencia, en la ciudadela de vida y de testimonio del Movimiento de los Focolares. Acoge por períodos de un año a aquellos que, con el consenso del propio obispo, desean hacer esta experiencia.

 

Se trata de una verdadera escuela de vida que intercala horas de trabajo con momentos dedicados a profundizar en los puntos fundamentales de la espiritualidad de la unidad y de su concreción ya sea a nivel personal, que social y eclesial.

Encontrándose en contacto con los otros habitantes de Loppiano, en su mayoría laicos, los participantes en esta escuela experimentan la belleza de una porción viva del Pueblo de Dios, y el sacerdocio ministerial es vivido como servicio a la comunión. “Si se realiza también la unidad con la parte laica del Movimiento –había auspiciado Chiara Lubich en la inauguración de este Centro – se dará origen a esa que he llamado ‘ciudad-Iglesia’ o ‘sociedad-Iglesia’ que hará ver al mundo cómo sería si todo se renovara a la luz de Jesús, de su Evangelio”.

Un análogo camino formativo se recorre en otros Centros de espiritualidad, en las ciudadelas del Movimiento en Asia, África y América Latina.

Gen’s, revista de vida eclesial

Para profundizar en la espiritualidad de la unidad y en las perspectivas eclesiales que de ella nacen, se publica a revista de vida eclesial “Gen’s”.

© 2007 Movimiento de los Focolares - Argentina    |    Mapa del sitio    |         |    Proyecto gráfico: